Que hable inglés

Leo en El Confidencial Digital que Zapatero pidió a Federico Trillo asesoramiento (en menudo ha ido a poner la era) para que le diga qué características ha de reunir el futuro ministro de Defensa, a lo que este le contestó: "Que hable inglés".

Y claro, Zapatero, haciendo caso omiso al Consejo de Don Federico ha nombrado a Bono, que el hombre de inglés no habla ni media palabra. Claro, que si no se hace caso ni a sí mismo, que digo yo que por qué va a hacerle caso a Trillo. Porque Don José Luis prometió que Bono sería ministro de Interior (perdón de Seguridad porque ya mismo no vamos a saber ni qué interior vamos a tener) y no lo ha cumplido, aunque el insigne socialista Don Enrique Tierno Galván siempre dijo que las promesas electorales se hacen para incumplirlas y en eso Zapatero es alumno aventajado.

¡Sebastián a economía! gritaba desde la tribuna en sus mítines y claro eso da mucho caché, porque Don Miguel Sebastián, daba seguridad a los grandes capitales (tramo único). Pero ¡qué locura!, ahora que hemos ganado no se te ocurrirá nombrar al fachorro ese, le diría González (alias la X) y bueno, como las promesas están para incumplirlas, lo hacemos asesor y punto, que un asesor gana mucho y trabaja poco (cantaban unos de mi tierra que "la vacuna del revolucionario es dinero y un alto salario").

¡Qué no se le ocurra al Gobierno en funciones comprar ni un jarrón para La Moncloa sin permiso del PSOE (o de Polanco, lo mismo da que da lo mismo)! Pero claro, habrá que hacer el relevo de las tropas en Diwanija (no sé muy bien si las humanitarias o las que ayudan en los hospitales) , bueno, dicen desde el PSOE, eso tampoco es tan importante, que lo haga el Gobierno en funciones, ¡pero para lo del jarrón que pidan permiso!

¡Las tropas de vuelta el 30 de junio! aunque ahora que lo pienso ¿quién le pone el cascabel al gato? a mí que no me pregunten porque creo que aún no tienen a nadie para Exteriores y yo ya estoy aprendiendo inglés en Opening, ¡que ahí sí que hará falta!.

Por cierto el jarrón me gustaría que fuera de La Rambla, es por hacer patria.

Un saludo Paco

Del boca a boca al Marketing Viral

Hasta hace unos días los habituales cauces de la información se han visto resquebrajados por los asesinatos del 11 de marzo y el cambio de Gobierno bajo la sombra de la sospecha. El pasado 13 de marzo el envío masivo de mensajes por el móvil ha puesto en tela de juicio los canales habituales de mediatización de la población. No obstante en la empresa privada hace años que nos hablaron de estos sistemas de transmisión para la publicidad de los productos.

¿Qué ocurriría si alguien de nuestra completa confianza nos habla de un producto (en este caso político) y de sus virtudes? Empresas como la "secta" que vende la Thermomix buscan a familiares o amigos que les cuenten las maravillas de la dichosa maquinita. Ahora hay una empresa de tarjetas de crédito que te regalan un tanto por ciento de la gasolina y si convences a algún pardillo pues te hacen un porcentaje mayor. Pero ya en la Prehistoria Círculo de Lectores regalaba libros a los que llevaran a algún convencido a sus filas.

¿Y si a esto le añadimos que podemos pulsar un botón y reenviar el argumento con el que queremos convencer a alguien? Hemos simplificado el asunto con una sola palabra pásalo.

Pero ¿qué ocurriría si realizáramos un flash mob (movilización espontánea) ante la sede de un partido para un día antes de las elecciones? La respuesta la tuvimos el mismísimo día 14, el mayor experimento sociológico de la historia de España comenzó el día 11 con el asesinato de más de 200 personas, se continuó ese mismo día con las patéticas declaraciones de un ministro que habló de una cinta con versos del Corán pero no de otra que había con el Torito bravo de El Fari y, por último, se aumentó, potenció y engrandeció con la manipulación por parte de aquellos que realizaron la mayor campaña de publicidad de la historia de España con menos recursos y tiempo.

Nos encontramos pues, con que el word-of-mouth (boca a boca) de antes pasa a llamarse ahora márketing viral, que no es más que el conocimiento de unos a otros de un mensaje sin emplear los costosísimos métodos de la publicidad tradicional.

La nueva era explota motivaciones y comportamientos comunes, utiliza los canales de comunicación a su alcance, lleva implícita la gratuidad, y al provenir de nuestro entorno más próximo aumenta la credibilidad del producto.

Nos encontramos ante una nueva era, aprovechémosla para lo bueno y no para lo malo. Hasta mañana.

Ya estamos en el siglo XXI

El pasado 13 de marzo España entró, sin darnos cuenta, en el siglo XXI. La manifestación espontánea (sólo hay que ver cómo se arengaba a las 16:27 para manifestarse hora y media después) ante las sedes del PP controlada por un envío masivo de correos electrónicos y mensajes sms a los móviles no deja lugar a la duda. Y es que con sólo pulsar un botón podemos reenviar un mensaje en tan sólo unos segundos a decenas de personas que, a su vez, lo reenviará a otras decenas en otros segundos y así sucesivamente en una progresión a la que habrá de buscársele una nueva palabra porque geométrica se queda corta.

La derecha (perdón que no está de moda que son el centro-derecha) ha entregado a PRISA los poderosos medios de comunicación radiofónica (aún no se ha hecho nada por cumplir la sentencia que obligaba a La Ser a devolver las emisoras de Antena 3 de radio y es de junio de 2000) y audiovisual (fusión digital) por lo que la libertad de información en esos campos resultará de dudosa objetividad.

Por lo tanto sólo nos queda decir, si queremos una información ágil como la que nos ofrece la radio y la televisión, que siempre nos quedará Internet pero, aquí también ha quedado demostrado que la "izquierda" es mucho más ágil que la "derecha". La demostración de fuerza de la noche del día 13 (aunque ilegal desde mi punto de vista y también desde el punto de vista de la Junta Electoral Central) ha dejado claro quién está en el siglo XXI y quién en el siglo pasado.

¡Que no se quejen tanto los que han dejado su lengua a otros!

¿Solbes por Sebastián?

Leo en los "confidenciales" de internet que será Solbes y no Sebastián quien dirija la política económica del nuevo Gobierno que, gota a gota, y como si de un rosario (tal vez en las camarillas del poder sea de la aurora) se tratara van desgranando los mentideros del poder. El hecho en sí no tendría mayor trascendencia si no fuera porque aprecio en él dos elementos que posteriormente pasaré a comentar.

Y digo que no tendría mayor trascendencia porque soy de los que siempre ha sostenido que fuera quien fuera el partido que ganara las elecciones el margen de maniobra en política económica es minúsculo. El juego de cintura que la Unión Europea ha dejado a los gobiernos de los diferentes países recuerda al de Iván Campo en sus "mejores" tiempos.

Hecho este paréntesis me gustaría comentar los dos juicios que me merece este nombramiento:

1.- ¿Vuelve la vieja guardia felipista? Porque de ser así Zapatero no habría supuesto el tan ansiado cambio que muchos creímos ver en el PSOE.

2.- ¿Supondrá esto una deriva económica? Porque la presencia de Magdalena Álvarez como ministra de economía sólo podía dar miedo al cura Castillejo, siempre y cuando Miguel Sebastián estuviera por encima de ella con una Vicepresidencia Económica. Ella podría ser la marioneta del ex-BBVA y una de las caras de la cuota femenina (Zapatero mataría así 3 pájaros de un tiro -no quema a Sebastián, cubre la "cuota", y cumpliría a medias su promesa en el Ministerio de Economía-). Sin embargo, la posible presencia de un peso pesado del socialismo español no augura que éste se preste a ser marioneta de nadie y, aunque insisto, creo que no hay margen de maniobra sí que la ausencia de aquel en el timón de la economía podría suponer la deriva del barco en el charco europeo.

Si el terrorismo ha cambiado un gobierno sólo nos faltaba que González nos nombre a los ministros. ¡Que Alá nos coja confesados!

Esta bitácora busca ser un reflejo de mi opinión y la de mis amigos sobre temas de actualidad y tratándose de mí, como no, de informática e historia. Espero durar en este mundo.