Yo apoyo a Dinamarca

miércoles, septiembre 06, 2006

¿Somos adictos?

Creo que inicié la bitácora justo una semana después de ganar zETAp las elecciones, más o menos, ahora, la verdad, no me apetece mirar el historial, pero sí, por ahí fue. Antes, un par de años antes, por febrero de 2002 inicié otro, a hurtadillas, era sobre los golpes de estado que se habían dado en España. Era difícil publicar por aquellos entonces, tenías que saber más de código y cada entrada era una auténtica odisea. Hoy en día, como todos sabéis es facilísimo. Nombre de usuario, contraseña, y poco más para iniciar tu bitácora. Además la interfaz (toma palabro) es mucho más "guapa", que se dice ahora. Las bitácoras (¿por qué nos empeñamos en llamarlos blogs?) han evolucionado y, con ellas, los bitacoreros, uséase, nosotros. Algunos, somos casi, casi, adictos, yo sé, que no lo soy, he realizado el test y sólo he dado un 37% de adicción, poco para lo que he leído que han dado otros. Así que, si os atrevéis a hacerlo, pinchad aquí y a la carga. ¿Qué nivel darán mis amigos Revertiano y Libertariano? Estoy deseando saberlo. Por cierto, he reconocido a 4 tipos de los que aparecen abajo y, me he preocupado, porque no aparecen en ninguna televisión del mundo (bueno, Iria sí, pero es trampa, no es una televisión convencional, es de internet), ¿estaré enganchado a la blogosfera?

martes, septiembre 05, 2006

No convence, pero arrasa

Mi Capitán, el retrato de una España que se desmorona, no convence, pero arrasa y es que, España y yo somos así, señora. He oído críticas, las he leído y, la verdad, he debido ver otra película. Eso sí, todas coinciden en que es una sucesión de historias, a veces, inconexas pero, creo que no han entendido que Pérez-Reverte quería dibujar una época, una España, la de la primera mitad del XVII, que se oscurece.

viernes, septiembre 01, 2006

Cuenta lo que fuimos

Esta jodida bitácora nunca será nada porque cuenta lo que nos obligan a ser sin serlo, por eso, por no contar lo que fuimos, nunca será nada. Mientras el Tercio Viejo de Cartagena, se parte los cuernos y se deja las tripas en Rocroi el hombre a mi derecha llora a moco tendido y yo, para qué negarlo, me muerdo la lengua y me trago la bilis para no hacerlo. ¡Contad a los muertos! cuentan que fue la contestación al Duque de Enghien del Capitán General de los Tercios de Flandes, Francisco de Melo, ¡Contad a los muertos! y sabréis cuántos españoles lucharon en Rocroi.

Antes que nada, atenderé peticiones. Vigi, sí, la voz de tu Alatriste, es la voz de tu tocayo, la viva voz de Vigo Mortensen o como diablos se escriba. Revertiano, debes verla, tienes que verla, has de verla. Revertiano, los ropajes, están bien, muy bien, excelentes, sólo les he visto un fallo, la camisa de Diego Alatriste es más dura que la piel de cocodrilo, o es la misma o el tío tiene la misma colección durante años. Negrito, Arturo Pérez Reverte paga cuota, sí señor, salen los Bardem, mamá, ni 10 segundos y el hijo mayor, algo más, tal vez 12, eso hará que la veas, tú y tu tropa.

Uffff. Qué decir de una película que esperaba, que deseaba. Gracias Paco por las entradas, las conservaré como conservo esos pequeños trofeos que alguien, que no es precisamente fetichista como yo, casi no conserva. Esta mañana leía una crítica en La Razón en la que se decía que la película va a empellones, es verdad, así es. Lo mismo te hace estar agarrado al sillón que te hace mirar el reloj (132 minutos he contado yo). Pero joder, no puedo estar de acuerdo en que Vigo Mortensen le da un aire de, cómo decía, un aire de derrota al personaje. ¡Y tanto! Sabe lo que es la vida, lo que vale, lo que está dispuesto a cobrar por quitar alguna que otra. Ve cómo su España, su gloriosa España, se desmorona. Cómo apresan a sus amigos, o cómo tiene que destriparlos él mismo. ¡No te jode! así, cualquiera con un mínimo de dignidad tendría un aire de derrota.

Y los primeros 10 minutos, ¡qué decir de ellos! Sobre un mapa del mundo de la época, la voz en off de Echanove, de Quevedo, del mismísimo Quevedo 400 años después, vuelta de ultratumba, nos revela la decadencia de la gloria, del Imperio, de un rey, Felipe IV, qué bien podría haberse dedicado a reinar. El frío te hiela las entrañas. Metidos en un pantano, con el agua hasta el cuello, en una jodida charca cubierta por la neblina Alatriste y los suyos, están dispuestos a joder, y bien jodidos a los joputas de los herejes. ¡Cómo entiendo esa España hoy en día! Imagino a mi padre pateando caminos, jodiéndose la vida por lo que ya no es, lo imagino ahora, sentado en el sillón y escuchando a zETAp, joder, ¿cómo no va a estar derrotado Alatriste? El agua me hace tiritar a mí y una lágrima, callada, marchita, escondida se escurre y se derrama mientras trato de seguir allí, digno, viendo a nuestros Tercios mandar al infierno a los herejes, cortando cuellos por lo que creen, si bien, los cortan por lo que Olivares quiere ser, un loco, un iluminado que sólo desea encumbrarse, ¡mal rayo le parta!

Esa España es nuestra España, la misma que hoy, un esquizofrénico zETAp, nos quiere convertir con su Memorial, con su propia Unión de Armas, o mejor aún, Des-Unión de Armas. Esa España que se bate en Afganistán o en el Líbano, por algo que ya no existe, es aquella España que, escondida en una caponera en Breda, corta pescuezos y la hace caer mientras, los héroes, aquellos héroes, no son mas que trozos de carne que vomitan el azufre mientras Alatriste le saca su propio vómito de la boca.

Y después, acción y reacción, no voy a contaos la película, sólo a recomendarla. ¡Qué lástima que sólo hubiera media sala!, ¡qué jodidos somos los españoles! Mataríamos por conseguir un primer pase de La guerra de las galaxias y no nos importa esperar al burrito para ver Alatriste, así nos va.

De los personajes, destacar a Javier Cámara, esplendoroso, repleto de engreimiento, de saberse el cabrón más grande del universo. Hay una escena, con Alatriste ante él, la cámara está tras el Capitán y entonces, se ve crecer a Olivares, aún es el dueño del mundo, aún es temido, pero allí Diego Alatriste, se hace grande, más grande si cabe. Un soldado viejo ante un amo nuevo que crece y crece sin parar para, al final, escuchar las voces de Alatriste y, ¡asombro de los asombros! Ahogado, tragárselas, como después habrá de tragarse sus babas y su sangre el propio soldado. En definitiva, un maquiavélico Rubalcaba de la película.

Qué decir de Quevedo, de un Echanove que sabe lo que hace, que al principio es dueño y señor, que acaba de volver de un destierro, que está empezando a acariciar el favor del valido, "Ya hasta me deja vivir en Madrid", dice a Alatriste en uno de los diálogos, para después, perdido ese favor ganado, convertirse en un cojo que andurrea por un Madrid lleno de mierda, despojos y mendigos, estamos a punto de pasar a ser, el culo del mundo, no lo olvideis (¿entonces o ahora?, júzguenlo ustedes).

Eduardo Noriega, amigo y enemigo, Grande de España y lamedor de culos reales. Es un sí y un no al mismo tiempo. Te ayudo y agujereo con mi espada, a lo que venga, sólo quiero el favor del rey, no más. Impecable, aunque discreto.

De Vigo, diré lo que he dicho, su personaje es difícil, como difícil es la situación que vive. Es un quiero y no puedo eterno. Una lucha por el mejor postor y la peor elección; por la mejor derrota o la peor victoria. ¡A ver quién se hubiera atrevido con un personaje así! Eso sí, si habéis leído los libros, es él, es el Capitán, es el arrogante sin dinero, el pendenciero sin palabras, el volcán del orgullo español que ahora hay que comérselo con o sin agua, y a digerirlo, a ver quién puede.

¡Y las mujeres! joder, ¡qué mujeres! Ariadna Gil, para mí, la mejor, con diferencia. La más puta entre las putas, que se atreve a pedir matrimonio al Capitán para después, putearlo bien puteado. Todo morbo, todo sensualidad, todo labios carnosos que besaría el más pintado hasta la locura, hasta el éxtasis, hasta el retorcimiento del dolor más duradero. Ella es María de Castro, actriz y amante de medio Madrid, manipuladora y exenta de todo mal y, por supuesto, de cualquier atisbo de bien, (joder Jefa, me recuerda a alguien, dime a quién). Hasta con unas ojeras más grandes que su rostro, "la Gil" es: carnal, impúdica, deseable, libidinosa, venérea y voluptuosa. Actriz, en la película y para la película, grande entre las grandes, genial entre el reparto.

Y Vigi, tu Anaya, mi Elena, es todo ojos, todo miradas y, en su desnudo, sólo pude fijarme en sus labios secos. O cuando el Capitán pide su ayuda para salvar a Íñigo, sus lágrimas, humedad frente a la, otra vez, sequedad de sus labios de pura carne. Es, lo que la España de la época dejaba ser a la mujer, sólo mujer en el término masculino de la palabra y, al mismo tiempo, dominio en la sombra.

Pero el guiño, el mejor guiño de la película, al menos para mí, es Blanca Portillo de Emilio Bocanegra, Inquisidor General y, ¡mujer! aunque hombre para la ficción. Eso sí que es saber dar por culo Arturo, seguro que ahí ha estado tu mano, mensaje captado, eres un monstruo y seguirás siéndolo para mí.

Y la música, esa banda sonora del final, esa marcha procesional, por favor, alguien que me la identifique, la quiero, para ponerla en mi coche, para explicarle a mis alumnos la Edad Moderna Española con ella puesta (Jose, tienes que verla, tienes que oirla, sé que tú me dirás cuál es). Y mientras suena, al cuento de las picas y al ruido del acero, la artillería, la caballería, las banderas orgullosas que ondean al viento mientras los nuestros caen como chinches, cómo entienden la muerte, cómo vivieron la vida, para susurrarle al oído a Íñigo Baboa, "cuenta lo que fuimos".

Como he sido bueno

Como he sido bueno he conseguido dos entradas para el estreno de la película de El Capitán Alatriste, así que, esta misma tarde, a las 6 allí estará el tío para verla y en cuanto termine, aquí para comentarla. Interesados, reingresen a partir de las 9.