Yo apoyo a Dinamarca

viernes, marzo 25, 2005

¡¡¡¡ESPAÑOLES!!!!

¡Españoles! Franco... ha muerto. El día 25 de marzo de 2005 el Caudillo, Jefe del Estado, Generalísimo de los Ejércitos, y rector de nuestra nación desde el primero de abril de 1939... murió. Montado en su caballo, se elevó por los cielos y desapareció entre un mar de nubes. Durante 66 años condujo con mano de hierro nuestros designios. Bueno, de bronce, que la estatua era de semejante material. Lo de Suárez, Calvo Sotelo, Felipe González, Aznar y Zapatero, sólo fue un sueño. Quién de verdad nos gobernaba era el Generalísimo. La Constitución no fue más que su última añagaza para hacer creer al comunismo que había muerto.
El 20 de noviembre de 1975 Franco no murió, quedó montado en su caballo de bronce, engañando a sus enemigos cual Cid en Valencia, victorioso hasta después de muerto. Gracias a Dios, Caldera, el inefable Caldera, el salmantino D. Jesús Caldera se percató desde su despacho de Nuevos Ministerios (por cierto, construidos por el dictador, ¿también se los llevará en grua?) que llevaba casi 30 años sin moverse y claro, la sospecha se convirtió en realidad. Aquella noche, mientras rendía tributo al santo varón D. Santiago Carrillo (el de Paracuellos), de hurtadillas, cual brigadistas internacionales en plena contienda, se deslizaron hasta aquella plaza sin ser descubiertos por los falangistas que hacían guardia en las trincheras. ¡Ostras Pedrín! Te lo dije Santiago (dijo Caldera a Carrillo), tantos años sin moverse no los aguantaba ni éste sobrio dirigente. Acto seguido, henchidos de su amor sociata, tomaron una grua y ocultos por la noche despojaron el pedestal y se llevaron (no se sabe dónde), secuestrado probablemente, al dictador.
Gracias, Caldera, gracias, ministra. Sois verdaderos adalides de las libertades. Sin vuestra argucia nadie hubiera descubierto el engaño. ¡Españoles! Franco... sniffff, ha muerto.

jueves, marzo 24, 2005

No quiero morir de hambre ni sed

No me llamo Schiavo, ni afortunadamente estoy casado con un malnacido como ese marido que hace años no cuida de su mujer. Soy de aquí, no soy de allá, pero sí que tengo edad y povenir. Desde estas líneas, desde esta web, desde esta bitácora pido al mundo entero que si alguna vez me ocurre lo mismo que a esta mujer no me dejen morir de hambre ni sed. Pueden desconectarme la respiración, moriré ahogado por no saber respirar, pero matar de hambre, eso no. Recuerdo que una vez me enfadé en casa e inicié una huelga de hambre, duré 10 ó 15 minutos, no más. En cierta ocasión leí 3 minutos sin aire, 3 días sin agua, 3 semanas sin comer. ¡Qué inhumana muerte! Ojalá los buitres devoren durante toda la eternidad a quienes piden semejante muerte para Schiavo, ojalá los dioses del averno se coman sus entrañas, malditos jueces que no permiten a unos padres alimentar a un hijo. George W. Bush, cada día te admiro más. Jueces de los USA, que os den.