Yo apoyo a Dinamarca

domingo, mayo 02, 2004

In Memoriam*

Hoy, señor Zapatero, no voy a hablar de su ineptitud para escoger a los ministros. Ni tan siquiera me tomaré la molestia de recordar a la señora Espinosa, esa que tanto dinero ha hecho perder a nuestro zaherido campo. No quiero recordar la casposa toma de posesión del señor Bono. Hoy no voy a hablar de la incumplida promesa de bajar el IVA cultural de la inteligente señora Calvo Poyato. No quiero recordar que hace dos semana usted humilló a nuestro ejército haciéndole regresar de la humanitaria labor que cumplen en Irak. No se merece mis críticas el besucón señor Moratinos. No se merece mi desprecio el charnego, nacionalizado catalán, señor Montilla. No quiero recordar a la señora Fernández de la Vega, la de las millas. No voy a decirle, señor Rodríguez, que de los pies de Bush hemos pasado a alfombra de Chirac y Schröeder. Qué mal cambio, de peón de una superpotencia a besamanos de dos deficientes (por lo del déficit, Dios me libre).

Hoy sólo quiero que mis lágrimas se mezclen con las del cielo para recordar a alguien a quien no conocí, pero fue de mi familia; con quien nunca hablé, pero me despertó su voz cada mañana; a quien nunca saludé, pero escuché sus buenos días cada amanecer. Hoy sólo deseo que su memoria no se borre, y que su voz, repleta de libertad, continúe sonando en las ondas.

Hoy he llorado impotente y he maldecido a la muerte. Hoy mi corazón, encogido por su pérdida, me agarrota el pecho y me arranca el alma. Maldigo al mar que se lo tragó y al buen tiempo que no le negó bucear aquel día. Maldigo a la sal que le empapó los pulmones, ¡Maldita seas de por vida y por su muerte!

Hoy me falta tu voz, tu voz y tu conciencia libre. Hoy más que nunca nos falta tu ironía, tu sagacidad, tu suspicacia. Mañana me despertarías con tus tertulias, a mí y a más de dos millones de oyentes que te seguían cuando te fuiste. Mañana, el resto de los programas de la mañana te envidiarían por ser el mejor. Sólo, tal vez, el negro imperio del poder mediático se alegre de tu marcha. Mi mayor desprecio para ellos y para los que te insultaron en tu vida o tras tu muerte.

Hoy, ahora, hace seis años que me dejaste huérfano de tu voz cada mañana. Te escuchaba siendo aún un niño. Me formaste, me criaste y me amamantaste en la libertad que tanto amabas.

Que Dios te dé la emisora en el cielo, que en la tierra te negaron los dialogantes amigos de la libertad.

* En memoria de Antonio Herrero Lima, periodista de raza que hoy hace seis años que nos dejó.