Yo apoyo a Dinamarca

jueves, mayo 19, 2005

El precio

Nunca pagaría con mi vida el precio de nada. Los muertos, muertos están, pero los vivos siguen con el recuerdo imborrable de los que se fueron y esos, ¡Ay Dios mío! esos sí que han pagado en vida la unidad de España. Sin embargo, la libertad de Otegui sí que tiene un precio, bajo precio creo, bajo para los muertos, y elevado para los empresarios que lo han pagado, de eso estoy seguro.
El chico avispado de la clase ha vuelto a librarse de la expulsión, ha vuelto a reirse de nosotros y vuelve a la calle. ¡Qué tristes deben sentirse hoy los muertos! Pero el señor Conde, él ha vuelto también a sonreir. Él, salvador de patrias donde los haya, compañero de pupitre de Rodríguez, ese sí que sonríe hoy. Seguro que en la escuela, mientras enrollaban las chuletas para copiarse nunca imaginaron que algún día dominarían el Estado, y digo sólo Estado, porque aquí ya no hay derecho que valga.
Pero ¿y si fracasan? ¿no deberían pagar con algo más que sus cargos si fracasan? Entonces estaría bien que sus vidas colgaran de hilos de algodón en el vacío. ¡Lástima! Desgraciadamente la quimera es sólo eso, una quimera. Si ellos fracasan los demás pagamos, no tienen nada que perder, salvo el crédito del que nunca gozaron. Es el oro de Charlot que, en la casa destartalada, se come los cordones cocidos, sólo es eso, una quimera, se ríen de nosotros mientras saboreamos nuestros cordones. Si mañana los hijos de las víctimas asesinan a sus asesinos, ¿tendremos que sentarnos para negociar la condena con ellos? No, sólo tendremos que dejarlos libres, Rodríguez se lo ha buscado. Que vuelva el polvo al polvo... Atadme al barco para no enloquecer con los cantos de sirena. Hoy Irene Villa decía que había perdonado a los que le arrebataron sus piernas, pero ¿podremos perdonar a Zapatero? Soy cristiano, que Dios me perdone, yo, al menos yo, no lo haré nunca. Aquellos nos arrebataron las vidas de los que queríamos, estos quieren arrebatarnos algo más, quieren dejarnos sin nuestras conciencias y sin nuestros recuerdos y eso... eso no se lo perdono señor Presiedente, púdrase en el infierno.