Yo apoyo a Dinamarca

martes, junio 06, 2006

El mudo que gritó ¡Basta!

Érase una vez, en una hermosa región de lo que antes fue España, en la tierra de Barros, donde las encinas crecen a su antojo y los cochinos hociquean entre las bellotas, érase una vez como digo, un hombre llamado Juan. Este Juan era laborioso, hacendoso, buen amante y padre, buen amigo de la tierra que preñó a su madre e hizo sudar a su padre para que la tierra se mojara y prendiera el olor en su ropa. Era Juan poco hablador pero gran escuchador. Escuchó un día que el progreso pasaría por sus campos en forma de petróleo y... no le gustó. Escuchó Juan que una familia se enriquecería más y también, que la compañera sentimental (con lo hermoso que suena mujer o señora) de uno de los de la familia era comisaria política en aquella tierra. Escuchó Juan, como siempre escuchaba y prefirió callar, como siempre hacía.

Pero un día Juan descubrió el engaño. La refinería sería construida por trabajadores tailandeses, con mano de obra italiana y decidió acudir, en silencio, como siempre hacía, a protestar con su callada. Juan estaba allí, como todo el pueblo, su mera presencia pensó, sería suficiente y calló, como siempre hacía. Pero aquél día sería diferente. La compañera sentimental (con lo hermoso que suena mujer o señora) decidió acompañarlo en el sentimiento y lo multó, por gritar, cuando todos saben que Juan, siempre da la callada por respuesta; porque todos en el pueblo saben que Juan, nunca habla; porque todos saben que Juan es sordomudo.

1 Comments:

Blogger Revertiano said...

Por favor, queremos (necesitamos) más artículos como este.

8:12 p. m.  

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