Yo apoyo a Dinamarca

viernes, abril 02, 2004

Quedarnos parados

El 11 de marzo el terrorismo (cualquier terrorismo) inició un pulso contra la sociedad española, y digo bien sociedad porque fue nuestra cobarde actitud la que nos llevó a cambiar el Gobierno ante el miedo a sufrir más atentados. Al menos eso indican los analistas más sesudos.

Nuestro presidente in pectore (aunque yo aún lo dude), el llamado desde ayer Rodríguez (antes Zapatero), entendió exactamente igual el mensaje y su primer anuncio fue claudicar ante el terrorismo (cualquier terrorismo) y prometió traerse las tropas antes del 30 de junio. Los autores materiales (y recalco lo de materiales) habían logrado su objetivo, pero ¿a qué se debe entonces la bomba aparecida hoy en la vía Madrid-Sevilla? Escucho al ministro, aún del Interior, y comprendo, la dinamita es idéntica a la utilizada el 11 de marzo.

Y ahora recuerdo a Brecht y el corazón me da un vuelco, vivimos en un tiempo confuso un momento confuso, o tal vez ellos, los terroristas (cualquier terrorista), lo tiene claro y nosotros no. Salí a la calle el 12 de marzo con intención (insana intención) de unirme a la manifestación, vi centenares de miles de personas buscándola y permanecí allí, parado, como hoy los trenes. Juro (sin imperativo legal, por convencimiento estricto) que estaba dispuesto a unirme a ella pero aunque la calle estaba repleta de gente nadie hablaba, nadie gritaba, la consigna fue quitémosles la palabra, arranquémosles su lengua y entonces... la decepción, la más profunda decepción vino a mí y me atrapó, quitándome para siempre la intención de unirme a cualquier manifestación. El 12 y el 13 de marzo nos robaron la palabra, la atraparon para sí quienes pretenden humillarnos.

Hoy observo con tristeza cómo vuelven a iniciar un nuevo pulso contra nosotros, y ya no quedan tropas que traerse, ni Estados Unidos estará aquí para defendernos y desgraciadamente no creo que nos quede París.

Los trenes parados son una metáfora, una amarga metáfora que nos muestra a nosotros mismos, parados, silenciosos como aquella manifestación a la que nunca me uní.